Después de la tarde del miércoles, en la que me probé el que por ahora es el vestido de mi vida, reflexioné y decidí que tenía que probarme más y más, para así reafirmarme en mi decisión. Aún no me había probado ningún vestido cortito y, aunque no os lo he dicho, son mi debilidad. Así que llamé a Rosa Clará y allí que me fui el jueves con mi madre.
De nuevo nos atendió Pili ya que en mi ciudad, casi todas las tiendas nupciales son de una misma propietaria y su política es que una asesora te enseña todas las firmas que tienen aunque éstas estén en distintos locales.
Nos pusimos a ver catálogos, aunque mi madre no estaba muy por la labor. Ella quería que me comprase de una vez mi YolanCris porque sabía que no iba a encontrar otro que me hiciera -según ella- brillar los ojos como lo hicieron el miércoles.
Hice una selección de los que más me gustaron pero, desgraciadamente ya apenas quedaban. Estamos a final de temporada y los más bonitos se agotan rápido -o eso nos dijo Pili-.
Me metí en el probador -en esta ocasión no era ni tan amplio, ni tan espectacular ni tan nada-. Y me trajo el primer modelo.
Se trataba del modelo «Jade» y, aunque de precio se ajustaba bastante a lo que yo considero razonable, no me favorecía nada. El raso del vestido se pegaba al forro y hacía que al andar quedara bastante regular. Nada. Descartado de primera, no sin antes volver a decir con el mayor dramatismo que fui capaz «éste NO es el vestido de mi vida».
Enseguida Pili me trajo otro mucho más espectacular. Todos los que me había probado hasta el momento eran vestido sin volumen y pensó que me podría favorecer algo diferente. El vestido era el «Barbados».
¡¡Qué maravilla chicas!! ¡¡Era un espectáculo!! Tanta tela unida formando un vestido que, siendo sinceras, me quedaba realmente bien! Qué fácil es que un vestido de novia quede perfecto jejeje.
Me encantó probármelo, aunque aquel no era el vestido de mis sueños.
El Barbados se iba para dar paso al Bombay y ¡ay el Bombay!
¡¡¡De nuevo volvieron a brillar mis ojos!!!
Concretamente me probé el de la derecha y me encantó. Lo único malo que le vi al vestido era el escote palabra de honor, pero me sentí genial con él puesto. Era una mezcla de novia clásica -por el volumen de la falda- y novia actual -por la «modernez» de ser corto-. No me gustaba que fuera palabra de honor pero lo cierto es que no me lo quería quitar. ¡Estaba guapísima con él puesto!
En resumen, me requetechifló y a mi madre también.
Me gusta que mi madre me anime a atreverme con cosas diferentes, a salirme un poco de la norma. Sin su apoyo igual mi boda sería un poco más la típica boda clásica. Desde aquí ¡gracias mami!
Cuando me quité el vestido me entraron las dudas. Mi pasión han sido siempre los vestidos cortos, pero no sabía si me atrevería.
Después de probarme éste sé que sí, que me atrevería porque es que ¡son una pasada! Así que más difícil todavía…
Y ahora sólo pienso en probarme el modelo de YolanCris, «Nepal» que reúne el ser corto + el estilo de las catalanas.
Lo malo es que en la tienda de aquí no lo tienen, así que a ver cómo me las apaño para probármelo. No sé cómo lo haré, pero sé que como se me meta entre ceja y ceja, este vestido yo lo consigo ¡menuda soy yo! xD
Y hasta aquí el relato de mi semana de pruebas de vestido. Pero recordad que esto no acaba, el día 15 tengo cita en Pronovias y no se me pasará contároslo.
Besetes, Martina.