Perdón, perdón, perdón… No tengo excusas. He dejado un mes abandonado el blog y aún no sé muy bien el motivo; tengo temas, tengo fotos, ¡tengo cosas que contar!
¿Me habéis perdondado ya? Sigo entonces con mis relatos bodiles 😉
Siguiendo con mi búsqueda del sitio pefecto donde celebrar #labodadeAM, encontré otro precioso lugar. Esta vez más cerquita de nuestra ciudad, pero igual de perfecto, detallista y encantador. Y lo mejor de todo, ¡también cumplía todos los requisitos de mi lista!
El jueves pasado, mi chico y yo cogimos el coche y fuimos a visitarlo. Cuando íbamos hacía allí, comentábamos lo «demasiado perfecto para ser verdad» que era el sitio. Os explico. Se trata de una casa rural compuesta por varias casitas. Todo lleno de árboles y zonas muy verdes, aparentemente muy bien cuidadas. En el centro de la finca, una piscinita y unas hamacas rústicas que le daban al lugar un encanto especial.
Estaba convencida de que no nos la alquilarían para celebrar nuestra boda. De lo contrario, no entiendo cómo a nadie se le habría ocurrido casarse allí.



Cuando llegamos a la finca, nos recibió el propietario de aquello; un chico italiano, que caminaba descalzo, con los pelos alborotados y collares y pulseras de cuero. Un hippie, vaya. Un hippie que me encantó. Le contamos lo que teníamos planeado hacer para nuestra boda y todo le maravilló. «Mi casa es tu casa», repetía una y otra vez, ¡era genial!
En mi opinión, la finca está muy poco explotada para lo espectacular que es, y eso Fulvio lo sabe. Sabe que una boda puede ser el escaparate perfecto para su negocio. Pero bueno, no os entretengo más y os dejo unas fotos sacadas de Top Rural, para que le echéis un vistacillo.





¿Os gusta? A nosotros nos ha encantado. Ahora queda que me envíen el presupuesto, esté dentro de nuestras posiblidades y al cátering que contratemos le parezca un lugar «apto». Además, tengo pendiente ver los 3 sitios que os comenté en el este post.
Seguiremos contando.
Besos, Martina.