10 Ene 2014

Una pedida de película en el Empire State

No soy de secciones. Los que me seguís, sabéis que mi blog es un caos sin orden, y soy anti apartados forzosas de martes o jueves.

Aún así, y como buena caótica que soy, hoy rompo mi propia norma de no tener normas, y os voy a presentar a Sandra, una paisana onubense que conocí a través de twitter (@Ssanp) y con la que inauguraré mi sección de Pedidas de Película.

Sandra y «A» -su chico-, se casan el próximo 17 de mayo y en cuanto me contó cómo había sido su pedida, quise conocerla al detalle y entre las dos, decidimos publicarla.

Sin más, o dejo que ella misma os relate parte de su historia de amor.

La pedida de «A» y Sandra

Hola, soy Sandra, y estoy encantada de poder compartir con vosotros el que fue uno de los momentos más felices de mi vida.
En el verano de 2011, yo preparaba mi último examen de la carrera. Estaba harta, quería acabar, y no quería ir a Septiembre. Mientras tanto, mi familia empezó en secreto a poner en marcha su plan: darme una sorpresa y regalarme un viaje a Nueva York.
Yo seguía estudiando para el dichoso examen y ellos se encargaron de hablar con mi novio (en adelante “A”) para decirle: queremos regalarle un viaje a NY, prepara todo que os vais. ÉL se encargó de fechas y billetes, yo esperaba la nota ajena a todo y el día que llegué diciendo que había aprobado y que era una Srta Licenciada, ellos me sorprendieron diciéndome: ¡¡OS VAIS A NUEVA YORK!!.
Allá que nos fuimos y, tras unas cuantas horas de avión y de que la policía me retuviera un buen rato allí, entramos por fin en NY.
Estando en esa maravillosa ciudad, donde creía que ya no habría más sorpresa que la de estar allí y disfrutar, aún me faltaba la sorpresa más grande: la maravillosa pedida de “A”.
Tras haber pasado allí un par de días, nos tocaba la visita al Empire State. En el viaje sólo llevábamos incluida esta excursión porque nos habían hablado de las colas para subir.
Así que nos dirigimos al punto de encuentro del bus. Yo estaba ajena a todo pero ese era el día D y la hora H> (siempre quise decir esto). Una vez en el bus, nos dirigimos con nuestra excursión al Ferry, al paseo por Manhattan donde anochecería y de ahí al Empire. En la puerta nos daban los tickets para subir y ya cada uno elegía el día que quería. Nosotros decidimos que subiríamos en ese momento.
Pasamos el arco de seguridad y, ahora que lo pienso, «A» estaba un poco nervioso, pero yo no sabía por qué, y pensaba que era por el mero hecho de subir, puesto que le hacía mucha ilusión.
Nos montamos en el ascensor y llegamos al mirador. Pretendíamos salir fuera pero… (no todo iba a ser tan bonito!) empezó a llover y, ya que el Empire es un pararrayos, no nos dejaron salir fuera. Adiós a la ilusión de salir a la terraza y pensar en las miles de películas que había visto, jejeje.
“A” empezó a ponerse nervioso y yo no entendía nada. Desde dentro también se veían las fantásticas vistas y ya que no quedaba otra, al mal tiempo buena cara. “A” me dijo que quería buscar un sitio tranquilo, si era posible, para ver las vistas a mi lado y tranquilamente, así que dimos un par de vueltas por allí y encontró su rincón.
Nos quedamos mirando el horizonte, hablando de lo que sería vivir allí y no recuerdo qué más porque en ese momento, cuando lo miré, tenía en la mano una cajita azul con un precioso anillo. Yo no podía articular palabra y cuando pude, sólo acerté a decir: ¿qué?
Entonces, “A” pronunció una frase que me dijo años antes que cuando me pidiera que me casara con él me diría, porque le parecía preciosa. Es esa que Chandler le dice a Mónica en Friends: “Desde que te conozco soy el hombre más feliz del mundo y si me dejas, pasaré el resto de mi vida intentando que tú sientas lo mismo”.
Yo seguía en shock, pensando en lo que acababa de hacer, en cómo se lo habría montado para que no me diera cuenta de nada, si el anillo vendría desde España, y sólo pude decirle que sí con la cabeza porque por supuesto acabé llorando tras aquella sorpresa.


La anécdota divertida fue que justo al acabar, y mientras nos abrazábamos, se oyó por megafonía que la tormenta había acabado y ya podíamos pasar a la terraza. “A” dijo: «¡¡Gracias!! ¡¡Pero un poco tarde!!»
Y los dos nos partimos de risa. Salimos a la terraza y acabamos cenando en un restaurante cualquiera pero que nunca olvidaré, igual que al mirador del Empire, donde después de casarme tengo que volver ¡sí o sí!


¿Os ha gustado tanto como a mí?

Si me hablas de Friends a mí ya me ganas, así que Sandra, enhorabuena por tu boda y por el bombón de chico que tienes.

Si quieres contarme cualquier historia sobre tu boda, escríbeme a martinasecasa@gmail.com.

Espero que tengáis un feliz fin de semana.

Besetes, Martina.

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