25 Ene 2013

Seating Cactus

¡¡Ay!! ¡¡que yo tenía un blog!! Esto se ve que es como todos los propósitos de año nuevo; te acuerdas de ellos la primera semana y luego ya nada. Que noooo… no quiero dejar que eso me pase, pero es que últimamente he estado liadilla con el trabajo.
Parecerá que estoy un poco loca, pero qué queréis que os diga, a mí, el verano de 2014, me parece que está a la vuelta de la esquina, y yo ¡NO TENGO NADA PREPARADO!
-Tranquilidad, tranquilidad. Martina, respira hondo- me digo mucho últimamente. Y es que quiero hacerlo todo, pero a la vez no consigo terminar.
Por ejemplo, he medio encargado una parte de los materiales para hacer el seating plan, medio visto el tipo de invitaciones, medio comprado detalles para el coctel, medio, medio, medio… todo es medio. Organizar una boda handmade no es nada sencillo chicas.
Pues bien, hoy os voy a hablar de lo primero que tuve claro cuando decidí organizar la boda. El seating plan, mesero, o como se le llame al sitio donde los invitados van a mirar qué mesa les ha tocado y lo más importante, con quién van a compartir la velada.
Pinterest me ha ayudado mucho. Las americanas con esto de los detalles bodiles nos llevan años de ventaja, así que lo mejor, es mirar mucho, mucho, pero que mucho, y copiar. Podéis intentar ser originales –o creerlo-, pero siempre habrá una boda americana donde se hizo eso tan original que se te ocurrió a ti. Total, que hay auténticas monterías que podemos copiar e impresionar a nuestros invitados.
Y para muestra un botón.

Vamos a empezar por la que -dentro de las que me gustan- me gusta menos. Más económico y sencillo no puede ser. Si usáis unos colores como los de la fotos, puede dar un toque alegre muy simpático pero si lo que buscáis es algo más discreto siempre se puede recurrir a post-it de otra gama de colores.
Todos los que os enseño a continuación, tienen un aire bucólico que es justamente lo que me encanta. Todo lo vintage está de moda, así que, si lo que queremos es dar un toque actual, nada mejor que lo antiguo. Sí, ya sé que es paradójico, pero es así.

Podemos utilizar una vieja ventana o una puerta, en la que colgar una cuerdecita mona los nombres de los invitados. ¡Queda estupendo! Estoy segura de que alguna vez nos hemos cruzado con una de éstas tirada en algún contenedor y ni la hemos visto. A partir de ahora, fijaos -yo al menos lo haré-.
El tema de las frutas, flores, piñas, etc -al fin y al cabo elementos de la naturaleza-, también darán un toque rústico y de originalidad que seguro no pasa desapercibido.


Otra opción, que requiere de un trabajo de tiempo y esfuerzo, es conseguir una foto de cada uno de los invitados y sobre ella indicar marcar la mesa asignada. Seamos realistas, esto es casi casi imposible, y si no, ¿de dónde saco yo una foto del compañero de trabajo de mi padre? Pero oye, para bodas íntimas y cercanas, queda más que genial.

Pero si algo está de moda entre las bodas DIY, son las etiquetas. Valen para todo y cómo no, para el seating plan también. Ésta es de mis opciones favoritas. Y si a la etiqueta además le añades un botón, o una llave, ¡me chifla!


Y seguimos. Como veis opciones hay. Una cuerda con todo el abecedario puesto bien bonito y que de cada letra cuelgue una cinta donde estén todos los nombres de los invitados. Cada uno con su inicial. Queda precioso y estoy segura de que todos querrán una foto junto al seating plan.

Ya por último quería enseñaros la idea que más me gusta. La más natural. Las plantas. Qué hay más rústico que las plantas? Buscando por la red se encuentras auténticas preciosidades que dan vistosidad y estilo a las bodas. Mirad.

Éstas que vienen en una latita quedan maravillosas, y si las marcas con una etiqueta, mejor -dos en uno-.

Y ya por último el definitivo. Me conquisto nada más verlo y todo tiene un sentido que ahora os explico.

A mi chico le encantan, le fascinan, le apasionan las plantas, y más concretamente los cactus, así que nos pareció una idea genial. Además ¡tiene doble utilidad! Por un lado nos indica cuál es nuestra mesa y además es un regalito precioso.
Llamadnos románticos, pero nos hace tremenda ilusión llegar a casa de algún familiar dentro de, pongamos 10 años, y que nos diga: “¿veis ese cactus enorme de ahí? Pues es el de vuestra boda”. Está claro que a más de la mitad de los invitados no les durará ni 3 meses, pero con que sólo uno lo haga crecer, estoy segura de que nos emocionaremos.
Otro día –igual mañana- os cuento la odisea de conseguir los maceteritos.
Al final lo he conseguido. He escrito otro post 😉
Nos leemos monadas.
Martina.

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