09 May 2013

Sobre cómo no llevaré el primer vestido que me probé

Hoy que ya es #casiviernes os quería contar la historia de cómo no siempre el primer vestido que te pruebas es el definitivo. Ni se le parece (espero).
Este es otro detalle que demuestra que no sigo los patrones que cuentan muchos blogs. Aunque también demuestra que ¡soy normal! Cosa que siempre me han dicho que es lo mejor que te puede pasar…
En fin, al lío.
El día antes de «LA TARDE» -así con mayúsculas-, coincidimos con una pareja que, aunque no son íntimos amigos, a veces los vemos porque tenemos amigos en común. He de confesar que ella no me cae especialmente bien, digamos que es un poco metomentodo y resabida, pero bueno, no es de ella de quien vengo a hablar (sino de mi libro!! Jijiji).
Bueno, el caso es que esta chica empezó muy emocionada a decir que en una tienda multimarca del centro, tenían las mejores firmas nupciales y las más exclusivas. Que allí podríamos encontrar marcas que en otras tiendas no tienen, pero que por culpa del mobiliario de la tienda y lo feo que ponen el escaparate, nadie suele ni imaginarlo. Como comprenderéis, no di ni un poquito de credibilidad a lo que me contaba. En general no suelo creer mucho de lo que esta chica en cuestión dice. Es demasiado fantástica hasta para mí (que soy muy fantástica también) xD
Pues bien, LA TARDE, había quedado con mi madre para ir de compritas y, mientras caminábamos, le iba contando esto mismo a ella. La reacción de mi madre fue “¿Ahí? ¿vestidos bonitos y originales? Pero si esa tienda tiene vestidos que en mi boda YA estaban pasados de moda”. Yo “Pues eso me han dicho, mamá”. Total, que al pasar por el escaparate a mi madre le pudo la curiosidad (os juro que fue a mi madre, yo prefería evitar la tentación de ver vestidos) y me obligó a entrar a bichear.
Creedme cuando os digo que lo último que yo quería ese día era probarme un vestido de novia. Aún no tenía ni fecha y creo que ni se lo habíamos dicho a mis suegros. Sólo de pensar que me podía gustar alguno me entraban escalofríos!!
Bueno, el caso es que entramos y ¿sabéis qué pasa cuando una madre y su hija -que se va a casar pronto- entran en una tienda de vestidos de novia? ¡EXACTO! Que las dependientas, muy hábiles ellas, obligan a la pobre chica –yo- a probarse modelitos. No habían pasado ni 2 minutos cuando ya me habían desnudado y puesto un cancán. Mi cara era mitad «no sé cómo he llegado aquí» mitad «no estoy preparada para esto, quiero irme». La señora dependienta, muy elegante y enlacada ella, notó mi desgana y no hacía más que decir que con ese tipín cualquier vestidito me quedaría genial, que qué guapa, que qué pelo… ¡PARA! ¡Vaya forma cutre de pelotearme!

No me dejaron ni elegir modelos para probarme. La dependienta me preguntó muy por encima qué idea tenía y sin más preámbulos se presentó en esa enorme habitación repleta de espejos con el primer vestido. Voy a evitar decir marcas vaya a ser que me busque una enemiga innecesariamente 😉
No me lo podía creer. Era la primera vez que me ponía un vestido de novia y ¡¡era horroroso!! Recuerdo que le comenté a mi madre algo que se da mucho en las novias y es que suelen quedarse con el primer vestido que se prueban. Reímos al confirmar que yo sería una excepción.

Vía Confesiones de una Boda

Después del primero vino un segundo, luego un tercero, y así hasta 6 a cada cual menos agraciado. Todos eran de firmas bastante conocidas y no baratas, por cierto.
Me fui de la tienda con un bajón moral tremendo y el convencimiento de que jamás encontraría un vestido que me gustara.

No sé qué cara pondría para que mi madre me dijera «Martina, hija, tranquila que algún vestido te gustará». Inmediatamente mi gesto cambió y dije: «Por supuesto que sí, cualquiera de YolanCris, te los voy a enseñar». Como ya os dije en este post, YolanCris me tiene robado el corazón.
La tienda YolanCris estaba a unos 50 metros de donde nos encontrábamos y esta vez sí fui yo la que empujó a mi madre a entrar.
Lo que pasó en esa tienda os lo contaré en siguientes capítulos que hay que dosificar.
Besetes, Martina.

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