12 Feb 2014

¿Te puedes enamorar de una alianza?

Yo digo que sí.

Antes, y cuando digo antes me refiero a antes de ayer, si alguien me hubiera dicho que te podías enamorar de una alianza de bodas, me hubiera reído abiertamente en su cara. Lo siento, pero pensándolo fríamente, me parece ridículo enamorarse de un arito de oro.

O cuento. Mi hermano prefi -es así como lo llamo, porque, aunque sólo tenga uno, él es mi preferido-, nos dijo que nos regalaría las alianzas. Imagino que sería mi madre quien le dijo que lo hiciera, porque no creo que él siquiera hubiera reparado en que en una boda, debe haber -normalmente- anillos de boda.

Mi hermano vive fuera, en Tenerife, y viene a casa más bien poco -es mi madre la que suele ir a verlo y a disfrutar de las fantásticas temperaturas de las islas bonitas-, así que, llevo un tiempo queriendo ir a encargar las alianzas pero, ya que es él quien nos las va a regalar, me parecía que lo correcto sería esperar a que viniera.

Esta semana, por fin, mi hermanito prefi ha vuelto a casa, y ayer fuimos a ver alianzas. Mi idea original era una alianza fina, de unos 2mm como mucho, y con un brillantito minúsculo, dado al ancho de la alianza. Algo así, pero mucho más estrecha.

Mi intención es llevar los dos anillos, el de compromiso y el de bodas, en el mismo dedo, tal y como instagrameó Rojo Valentino durante su luna de miel.

Y sigo con mi historia que soy muy de desviarme.

El caso es que visitamos varias joyerías, donde me mostraban distintos tipos de alianzas; lisas, con o sin brillante, con varios brillantes, talladas -disculpadme quien haya elegido éstas, pero me parecen no fea, no, me parecen horribles-. Joyerías donde te trataban como la que va a comprar una pieza de pescado, y donde el joyero te quitaba tu idea inicial porque el brillante se te va a acabar cayendo, o porque tan fina no se va a notar ni que te has casado… ¿perdona?

Y me gustaba la de media caña, pero no me llenaba el corazón.

Hasta que llegamos a, la que llamaré, LA JOYERÍA. Allí sólo había bonitismo en estado puro. Me gustaba todo; la decoración, las flores, la puerta, la alfombra, la mesa y la silla, las chicas que me atendieron y las pocas joyas que vi, todo. Cuando preguntamos por las alianzas, me sacó un muestrario de 8. Las conté, no había más. Y allí estaba la mía. Qué bonita era… qué fina, tierna, delicada, dulce… Creedme, una alianza puede ser todo eso ¡y más! Pero es que las otras 7 no se quedaban atrás, eran todas maravillosamente bellas.

Para saber cómo era, y mostraros fotitos de las elegidas, habrá que esperar al menos, hasta el 21 de junio, ¡que ya no falta nada!

¿Vosotras también sentisteis lo mismo por vuestras alianzas?

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