Esta semana la cosa va de pseudos; primero fue la pseudobodas y hoy os traigo mi psudopedida.
Si habéis leído el blog desde el principio, sabréis que mi pedida de mano no fue nada pero nada romántica. Por no ser, ni fue, ni ha existido nunca. Quiero decir con esto, que ni hubo anillo, ni proposición ni ná’. Para los despistadillos, podéis poneros al día aquí.
Pues bien, desde entonces, cada vez que tengo ocasión, le recuerdo a Mr A que «yo quiero mi anillo». Me da igual que sea un Triski que un diamantón enorme -vale, igual igual no me da, pero me habéis entendido-.
Puestos ya en antecedentes os cuento.
La semana pasada fue una de las más duras en mi trabajo. Han sucedido cosas que hacen que llegue a casa rendida, agotada, muerta… Pero claro, no puedo llegar y descansar, no. Toca estudiar inglés, ir a la academia, ayudar a mi madre en cosas del día a día y seguir organizando la boda. Un no parar, vamos.
Total, que el jueves, cuando llegué agotada a casa después de mis clases de inglés, Mr. A me sentó en el sofá y me obligó a quedarme ahí mientras él preparaba la cena. Habitualmente él prepara la cena, pero yo suelo merodear por la cocina mientras le cuento mi día. Esta vez no me lo permitió. Me obligó a quedarme sentadita mientras él lo organizaba todo. Genial, pero.. ¿qué estará tramando? pensé.
Pronto lo sabría. 5 minutos más tarde, apareció por el salón con la bandeja de la cena y unas servilletas de papel por encima ocultando algo. Él bromeaba diciendo que si fuéramos gente de bien, tendríamos un cubre comida o como se llame a ese utensilio de cocina que sirve para tapar la comida y que se destapa una vez está el plato en la mesa.
Me plantó la bandeja delante; «La cena está servida» y la destapó. ¡¡Sorpresa!! Encima de la bandeja, no sólo estaba la cena. También había una enorme caja como de joyería con un diamante serigrafiado en la tapa. ¿Era mi anillo?
Me quedé paralizada. No sabía qué hacer ni qué decir… Era mi gran día, el que llevaba meses soñando y me había pillado en pijama, con unas ojeras que me llegaban hasta el suelo y unos pelos dignos de la más fea de las brujas.
Pero no me importaba, por fin iba a tener mi anillo ¡por fin!
«Mr A» cogió la caja, y mientras la abría me dijo eso de: «Martina Apellido Apellido, ¿¿quieres casarte conmigo??». Yo permanecía con mis manos tapándome la boca con la mayor expresión de asombro que jamás había mantenido. No podía articular palabra.
Os confieso que cuando me puso el «anillo» delante pensé: «Madre mía, qué anillo más feo!! Y lo voy a tener que llevar siempre puesto…»
«Cógelo» me dijo al menos 3 veces. Lo agarré pero no podía sacarlo de la caja. Y ¿sabéis por qué no podía???
¡¡¡PORQUE NO ERA UN ANILLO SINO UNA TAZA!!!
¡¡NOOOOOOOOOO!!
En ese momento no sé si estaba triste, contenta, alegre, enfadada, con ganas de matar a «Mr A», o una mezcla de todo ello.
«Mr A» me abrazó y se echó a reír. «¿Cómo te iba a regalar hoy un anillo?, pero ¿qué día es hoy para eso?». Yo seguía muda hasta que empecé a reír también mientras le gritaba «Te mato!! creía que por fin tendría mi anillo!!!!». En ese momento el mayor aliviado fue «Mr A» que confesó que no sabía si se la iba a tirar a la cara y que por eso, me preparó mi cena preferida; un gran bocata de jamón 😀
En fin, aquello fue una anécdota que contaremos seguramente a nuestros hijos; «el día que casi muere vuestro padre»
Y yo, mientras llega -si es que llega- mi anillo, puedo decir que «tengo una taza de compromiso». Pocas podéis decir lo mismo, ¿eeh? No me negaréis que original, mi novio es un rato!
Besetes y feliz miércoles monadas!
jajajajaj yo me habría quedado igual!! pero si original es 😉
Feliz miercoles
Pero mujer!! por qué pusiste lo de la taza en el título? es que me parto contigo jajajaja….
[…] Últimamente, el 95% de mi capacidad de intelectual lo ocupa mi trabajo. Del 5% restante, más de la mitad se lo lleva la boda, y lo que queda, lo comparten a partes iguales mi chico, mi familia, mis amigos, la casa, y algo más que creo que se me olvida. Todo esto para deciros que me disculpéis si digo que voy a hacer algo y al final no lo hago, si os prometo fotos para el día siguiente y no las cuelgo, si os digo que voy a publicar un post y pasan 20 días hasta que vuelvo es escribir… ¡PERDONADME! Creo que tengo una serie de temas pendientes que me gustaría que no se quedaran ahí para siempre: Ahora mismo no recuerdo si os lo dije, pero llegaron por fin mis maceteritos de terracota para hacer el seating plan. ¡Son preciosos! Dentro de poquito será época de plantación y nos pondremos como locos con la jardinería También llegaron los vestidos MINT de mis damas y cada día me gustan más. El otro día, una de mis amigas a las que no les gusta especialmente las bodas, me dijo que, aunque ella por mí haría lo que le pidiera, prefería no tener que ponerse un pomposo vestido ni mucho menos tener que pagar un dineral por él. Me encantó ver su cara de sorpresa cuando le garanticé que le encantaría el vestido que les “obligaré” a llevar, y que además, se los regalaría yo. Podéis ver los vestidos mints de mis damas de honor aquí. Tema finca. Ya me dieron el presupuesto de la que vimos (ésta) y que me encantó. El precio, aunque está dentro de mis posibilidades no me termina de gustar, quiero ver si les puedo apretar un poco y además tengo que seguir viendo casas. Somos un desastre y aún no hemos visitado ninguna de las que os comenté en este post. Con respecto a la pedida… “Mr A” aún no me ha regalado ningún anillo de compromiso. Ni siquiera un “trisky” xD. Os recuerdo cómo fue nuestra sorprendente y alucinante pedida aquí. […]